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Bajo las oscura luz otoñal

Noaj Ben-Ezra es un personaje complejo, reflexivo, de una gran profundidad en sus pensamientos que, en el transcurso de la novela, va evolucionando. Sufre una enferm3edad que cree es un castigo divino por sus inclinaciones sexuales, y que paulatinamente va deteriorando su cuerpo y mente, tomando la decisión de escribir sus memorias esperando, en un intento postrero, la liberación que tanto anhela. En ellas nos cuenta su infancia y juventud en la Calahorra de finales del siglo XII, además de la vida de su familia y de la comunidad hebraica a la que pertenece con sus ritos y preceptos. Igualmente nos da fe del momento histórico que determinaron aquella época: luchas entre los diferentes reinos que constituían los territorios hispanos de entonces, y los padecimientos a los que se veían sometidos sus pobladores.

En su afán porque  no se borren sus recuerdos, Noaj nos narra también los transmitidos por su familia acerca del tiempo anterior a su nacimiento, en los que ocupa un destacado lugar el asedio de la ciudad de Huete por las tropas musulmanas y que sus padres tuvieron que padecer en el transcurso de un viaje, y en menor medida, la de Cuenca.

Noaj crece feliz, adora a su madre, disfruta  de los juegos con sus amigos y de las fiestas de su Comunidad, a la vez que aprende la doctrina de su religión en la sinagoga, y de las obligaciones después de tomar, a los trece años, el Bar-Mizwah; pero sus ideas y su mente se disgregan en otros pensamientos e inclinaciones que se convertirán en una carga insoportable cuando su padre le concierta un matrimonio a los diecisiete años. Sus últimos años los vivirá en Cuenca, ya cristiana, en el primer cuarto del siglo XIII.

El tema de la homosexualidad continúa vigente en nuestros días y si bien está asumido, con ciertas reticencias, hay que imaginar en pleno medievo, siglo XII y XIII, lo problemático y angustioso que pudo llegar a ser para aquellas personas.